Shearwater + Air Castles

Subestimamos a Jonathan Meiburg desde el principio. Al menos aquellos de nosotros que supimos de la existencia de Shearwater a través de Will Sheff, que entonces empezaba a hacerse escuchar con Okkervil River. Ambos habían formado el grupo como algo virtual, casi platónico, intercambiando composiciones a través de correo electrónico para terminar grabando “The Dissolving Room” (2001).

Y luego vinieron otros y la historia se hubiera quedado ahí, porque Sheff fue abandonando el proyecto por la exigencia que requería su otra banda -una de las mejores del alt country americano, por cierto-, y se hubiera quedado ahí, de no ser por un pequeño detalle: Jonathan Meiburg era algo más que el comparsa de Sheff, era un talento a su altura, con su propia voz y con una idea muy clara de qué debía ser Shearwater y hacía dónde debía ir. Y hacia allí fue. Mirado con la ventaja que da conocer todo lo que ha venido después, durante sus primeros años coincidieron en el grupo dos de los mejores compositores de la nueva América.

Porque primero con “Palo Santo” (2006) y luego con “Rook” (2008), Meiburg nos ha abierto los ojos. Su música se inscribe en la tradición de algunos de los más grandes y de esos escasos alumnos de Jeff Buckley que no han acabado fagocitados por sus tics, rebosa personalidad y ha encontrado un difícil equilibrio entre el pop meticuloso y melodramático y el efecto inmediato de sus composiciones. Los últimos pasos de Shearwater los confirman como una de esas bandas de las que arrebatan, que hieren, pero que siempre te hacen volver a por más.

www.shearwatermusic.com

Air Castles

Air Castles es el alter ego de Max Mansson, un londinense de 20 años que, más que canciones, crea pequeños paisajes sonoros. Los temas de su disco de debut comienzan como tímidos destellos en la oscuridad y terminan con la euforia de un flash de luz cegadora. La banda sonora perfecta para un crepúsculo invernal.

www.myspace.com/aircastlesmusic